miércoles, 6 de julio de 2016

TOLERANCIA CERO PARA DISCAPACITADOS, EMBARAZADAS Y ANCIANOS

En los supermercados, bancos, municipios, agencias de cobro estatales, etcétera hay una o dos cajas en la que discapacitados, embarazadas, ancianos y mujeres con niños pequeños tienen prioridad. Esto está establecido por leyes nacionales, provinciales, ordenanzas municipales de todo el país y hasta por reglamento interno de los lugares nombrados.
La misma prioridad existe en los asientos de las unidades de transporte público, que están señalados con la cartelería correspondiente y hasta con pintura en aerosol.
Sin embargo, cada vez es más notorio que un gran sector de los usuarios de estos servicios considere injustos estos beneficios para las personas minusválidas y no los respete.
Saquémonos rápido algo de encima: siempre hay vivillos que intentarán aprovecharse de las reglas simulando un embarazo; una discapacidad o llevando un niño en brazos aunque tenga 9 años de edad.
No me lo tienen que contar, he presenciado situaciones vergonzosas. Por ejemplo una señora de cincuenta y largos años diciendo a los gritos que estaba embarazada de pocos días para reclamar el primer lugar en la fila de la caja con prioridad para su supuesta situación.
Como si fuera poco les gritaba a los demás “si no me creen, les muestro el Evatest”. Además llevaba mucho y variado alcohol en su carrito, nada recomendable para una embarazada de su edad.
Por lo menos me di el gusto de aconsejarle amablemente que no consumiera tanto alcohol porque le podría hacer mal a su bebito. “¿Sos médico?” me preguntó. “Para un embarazo como el tuyo, sí -respondí- ¿o querés que te muestre el título?”.
Más allá de estos casos repudiables hay otros incomprensibles.
¿Cómo es que hay personas que cuestionan a una mujer con un evidente embarazo porque debe realizar un trámite o pagar en una caja haciendo uso de la prioridad que le corresponde?
¿Cómo puede alguien gritarle “te hubieras quedado en tu casa mami” o “hubieras mandado a tu marido a hacer las compras”, haciéndole pasar un momento tan incómodo?
¿Cómo a un pobre viejo con bastón que le cuesta caminar lo fulminan con la mirada por retrasar el ritmo con el que trabaja esa caja?
Vamos más allá de las colas
¿Alguien puede entender a la gente que estaciona sus autos en los lugares reservados para discapacitados u obstruyendo las rampas para sillas de ruedas?

Un ejemplo al paso: mientras escribía esta columna una ambulancia intentaba salir de España y Sarmiento y no lo conseguía porque ¡10 autos! no le cedieron el paso a pesar de las sirenas, las balizas y las señas del médico sacando el brazo por la ventanilla del acompañante.
Un clásico que no puede ser: las personas que se hacen las dormidas cuando sube al micro una mujer embarazada o un discapacitado y, para colmo, creen que se trata de un acto de inteligencia o viveza.
Sentido común
No deberían existir carteles que reserven lugares para discapacitados o que informen estas prioridades.

Todos sabemos cuáles son esas prioridades que ni deberían estar reguladas porque se basan en el sentido común. Pero preferimos obviarlas.
Parece ser que nuestro tiempo es más valioso que el de un anciano, un discapacitado o una mujer embarazada.
Sin embargo, todos deberíamos recordar que nuestras madres, parejas, esposas u otras mujeres de la familia han estado o estarán embarazadas y no tienen por qué pasar estos malos tragos.
Todos podemos quedar discapacitados en cualquier momento y la mayoría vamos a llegar a viejos.
Por eso es tan malo que hayamos optado por esta suerte de tolerancia cero, tan carente de amabilidad y salvaje a través de la que cada vez se considera menos ponernos en el lugar del otro.
*El autor es jefe de noticias en diariouno.com.ar 

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