El Pdre Mario dando la misa en lengua de señas |
EL PADRE MARCOS CABRERA ES EL PRIMER SACERDOTE EN OFRECER MISAS PARA PERSONAS SORDAS. APRENDIÓ LENGUA DE SEÑAS Y TRADUJO EL MISAL PARA QUE NADIE QUEDE EXCLUIDO.
En un sencillo altar, el Padre Marcos y un grupo pequeño de personas lo rodeaban. La misa ya había comenzado y así su personal conversación con Dios.
A los segundos el sacerdote mueve las manos; sus ojos se abren grandes y sus expresiones parecen algo exageradas.
“La lengua de señas es un lenguaje completo. Cada palabra o expresión tiene un modo de expresarse y algunos con paciencia lo vamos aprendiendo juntos”, cuenta el Padre Marcos, quien desde hace nueve años es el primer sacerdote en celebrar misa en lengua de señas y fantasea con que nadie quede excluido.
Todos es “todos”. “Hace muchos años participé de una primera comunión de una niña sorda. La miré y me pregunté qué habría entendido de lo sucedido. La gente le daba una palmada en la espalda pero nadie podía hablarle, comunicase con ella”, recuerda este sacerdote sobre el llamado que se despertó en él.
“En ese momento me pregunté sobre las periferias de las que habla el Papa Francisco, de esas personas que están excluidas por diferentes motivos. Y en este caso excluidas de la comprensión y el diálogo”, continúa.
Al poco tiempo, impulsado por el llamado a anunciar su fe a todos, decidió estudiar lengua de señas y ser él el primero en salir a incluir. “Me acuerdo la primera vez que ayudé a un sordo a comunicarse en un quiosco. Era un chico que estaba desesperado y el quiosquero ni lo entendía, entonces me ofrecí como intérprete. Fue hermoso darme cuenta que Dios me iba proponiendo algo con esto”, comparte este clérigo que vive en Alta Gracia y tiene a cargo dos parroquias y siete capillas.
Manos a la misa: al poco tiempo de sentir este deseo para entenderse con personas sordas, empezó el desafío de dar misa en lengua de señas, algo que hasta ahora no tenía antecedentes. “Muchos han ido a misa desde chicos pero no entienden nada. Se paran, se sientan, abren las manos, pero de lo que se dice o significa la persona sorda no comprende literalmente nada”, describe el Padre Marcos.
Y como abrir caminos no es simple, con el apoyo del obispo, también debieron traducir el “misal” (libro que se utiliza para desarrollar la celebración religiosa). “Lo hicimos entre todos, porque hay muchos conceptos abstractos que son difíciles de explicar. No es traducirles literalmente, sino que ellos comprendan la profundidad de mensaje”, revela el párroco.
Y en este desafío todos lo que van a la misa lo hacen de modo activo y participativo. Detienen la celebración si algo no se comprende o debe repetirse.
“Lo queremos mucho al Padre y ahora entendemos todo. Yo iba de muy chico, y como no comprendía, no prestaba demasiada atención y me retaban en casa”, recordó Santiago, uno de los fieles de las misas del Padre Marcos.
A este relato se le sumaron el de Enzo y Martín, que también recordaron lo difícil y habitual que es para una persona sorda pasar horas en un lugar sin entender nada.
“Ahora, para la Pascua, les conté de la última cena, de cómo los discípulos comieron con Jesús, y uno me dijo: ‘Ahhhh, ahora entiendo qué significa el cuadro que vi en un montón de lugares”, narró el Padre Marcos visibilizando la problemática en una sociedad que no quiere visibilizarla.
Ser el único y no el último. A su tarea pastoral, este párroco cordobés suma al acompañamiento a la comunidad de sordos la celebración de bautismos y casamientos. “A partir de hablar la misma lengua, ellos –como cualquier otro– pueden recibir la gracia de ser acompañados en la vida con una charla o un consejo. Algo que necesitamos todos para crecer; de lo contrario quedan aislados por la barrera de la incomunicación”, dice el sacerdote.
El Padre Marcos sueña con contagiar a otros la urgencia de romper el límite con esta discapacidad. “No conozco que haya otro que lo haga. No quiero decir que soy el único, pero la verdad es que hemos buscado y no hemos encontrado a nadie. Rezo por que haya muchos más”, confiesa.
La misa termina sin canto de despedida, pero con la música de los gestos agradecidos. La luz se apaga y según la agenda su fe los reunirá en 14 días.
Todos los que creen han escuchado alguna vez aquello de que Dios habla todas las lenguas. Y ei Padre Marcos da fe de ello.
Deportados AG
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